viernes, 24 de octubre de 2008

Verástegui contra las bodas gay


Quien haya visto a Eduardo Verástegui recientemente, coincidirá en que su persona ha dado un giro radical de 180 grados. Aquel hombre de cuerpazo atlético, de imagen homoerótica y al que no se le respetaba más que por su belleza, ha desaparecido.
Eduardo, quien desde que se convirtió en cristiano y protagonizó el filme Bella ha abandonado aquella imagen de adonis (incluso ya perdió el cuerpo ejercitado), ahora se preocupa por sólo exaltar los valores morales. Ese cambio es admirable. Y muy respetable…
Pero aquí hay algo que lejos de ganarle respeto puede provocarle la desaprobación de muchos grupos, sobre todo en el campo al que él se dedica (el entretenimiento): recientemente declaró que tenía años sin tener relaciones sexuales (allá él, pero no es nadie para sermonear a la gente), y ahora apoyará una campaña que prohibe las uniones gay “para exhortar el carácter conservador y católico de los latinos”.
Eduardo Verástegui es una persona pública, él tiene derecho de defender o de promover las causas que le convengan. Pero precisamente esa responsabilidad lo tiene cegado: está yendo en contra de la libertad de elección, que es lo que siempre ha regido las leyes de este país.
Peor aún, está fomentando la imagen de un latino intolerante, retrógrada, prohibitivo y que quiere imponer sus ideas religiosas -no propias- sobre las masas. Con todo respeto, eso no es una persona “bella”.
O tú, ¿qué opinas?

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